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Amantes del riesgo




La verdad es que ya estabamos hartos de selvas y desiertos asi que esta vez nos hemos decidido por un destino realmente peligroso: Alemania. Si, si ya se que dicen que no quedan nazis, ni leyes raciales, ni campos de concentración en activo. Pero también dicen que Elvis está muerto y no hay quién se lo crea.

Y encima no nos vamos a lo facil, no. Berlín esta chupao; las cuatro superpotencias que se la repartieron en el 45 la dejaron atontolinada. No señores, nos vamos al sur profundo, a Baviera. Un sitio al que temen ir incluso los propios alemanes. Un lugar lleno de sectas que aún celebran la noche de Walpurgis; repleto de hooligans wagnerianos que tararean en la ducha tetralogia del anillo y unico habitat conocido de lectores de Husserl, Heidegger y Schopenhauer.

Me da tanto miedo Alemania que lo mismo ni avanzo este blog. Lo mismo no hay conexión a Internet en lo más profundo de Teutonia; de hecho, por no haber, puede que ni haya electricidad. Pero asi es el viajar, amigos. Un riesgo perpetuo que hemos de correr para dar testimonio de la barbarie europeizante que campa mas allá de los Pirineos. Lo hacemos por vosotros, tenednos presentes en vuestras oraciones.

¿Planes? Bueno, si los osos alpinos salvajes y las hordas de fraeulein fanaticas de Scorpions nos lo permiten tenemos la intencion de darnos un garbeo por la Selva Negra (veis como es peligroso, solo el nombre ya acojona), Heidelberg, Bamberg, Ulm (que cuando lo pronuncias suena como cuando estas estreñido y tienes que hacer esfuerzos en el bajo vientre), Augsburg, Munich,
El castillo de los Puzzles y el que puede ser uno de los jitazos del viaje: el inigualable Nido del Aguila, la residencia de Hitler en Berchtesgaden (una mezcla de la Villa Soledad de Superlopez y el castillo del juego del Wolfenstein).

Como tenemos que cargar con vituallas, agua y armas de defensa personal nos hemos decidido a hacer el trayecto en coche. Lo hemos tuneado al estilo M.A. Baracus y le hemos puesto una pegatina de "Español un orgullo, madrileño un título" y otra de "Soy rociero" que, imagino, espantaran lo suficiente a las bestias sin romanizar que nos encontremos por el camino. Llevamos agua y viveres suficientes (dificiles de encontrar mas allá del limes hispanorum, segun me han dicho) ademas de balas de plata y un MP3 cargado ritmos latinos y flamenquito para repeler cualquier amenaza.

Por cierto, el que tenga curiosidad por el nombre se esta bitácora que se pase por aqui:
Putsch de la Cerveceria.

Me divertí mucho con tu relato sobre Heidelberg, es una ciudad hermosa. Cuando la visité, volví (a la Argentina) y le dije a mi familia: "cuando me muera quiero que tiren mis cenizas al Neckar", con lo que me pidieron que me dejara de joder, que inclusive después de muerta iba a causar tantas dificultades, en fin, me conformo con volver (viva) algún día.

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